"NO ESCUCHÉ LA CAMPANA".

La vida no exime del combate a nadie.

Algo más que motivación.

Dicen que cuando hay motivación, no hay obstáculo insalvable; todo puede lograrse, todo puede superarse, todo puede cambiarse. De eso no tengo la menor duda, pues mi motivación para vivir es servirle a Dios, dar testimonio de mi lucha por mantenerme en pie a través de mi fe y mis acciones, así como volver a tener compañía (sólo Dios dispondrá de esto último, por lo que me someteré a Su Voluntad sea "sí" o sea "no").

Pero esto no basta por sí. Yokoi Kenji, el conocido orador motivacional colombo-japonés, dice que la motivación hay que alimentarla permanentemente y la razón para esto es que nos motivamos "por animación, que no es una motivación muy eficaz a largo plazo". Hacer esto ciertamente motiva, pero "ese estímulo es pasajero, por eso el resultado que [se] obtiene también es pasajero". De ahí que entonces sea necesario que intervenga la convicción: reconocer cuán importante es nuestro proyecto de vida -seamos jóvenes, adultos o incluso de edad avanzada- nos da una clara visión de lo que necesitamos y esperamos alcanzar, lo que nos da sensación de trascendencia y la certeza de que nuestra labor tiene sentido. Con esto nos sentimos parte importante de algo mucho más grande.

Al mismo tiempo, la convicción debe ser acompañada por una disciplina inteligente, porque "es en la disciplina donde está el éxito", según el pensamiento nipón. ¿Cómo se es disciplinado/a en la vida personal? Creando rutinas comprensibles, que puedan ser aplicadas incluso en los momentos donde la motivación nos abandone, pues aquellas serán soportadas a través de la convicción de "estar haciendo lo que se debe hacer", sin apelar a excusa alguna. Al proceder así, poniendo en práctica las rutinas inteligentemente planificadas y establecidas por iniciativa personal, formamos nuevos hábitos que reemplazan a esos que nos son perjudiciales y un verdadero lastre para nuestros deseos de superación. En este punto verdaderamente no nos importarán los golpes que recibamos y, lo más importante, "no tiraremos la toalla", como se dice en el medio boxístico.


Sin importar cuán fuerte nos golpeen, debemos seguir peleando.

Seguir en la pelea es esencial para triunfar.

Ahí está el secreto del éxito no sólo de los japoneses, sino de cualquier persona en cualquier país, sea graduado universitario o apenas recibido de primaria y se aplica a todas las circunstancias de la vida. Incluso el soportar un duelo por la muerte de alguien querido se logra teniendo motivos para ello, teniendo la convicción de que tales motivos son nuestro motor, estableciendo las pautas que ayudarán a trabajar nuestras motivaciones y proceder disciplinadamente en la ejecución de estas pautas para crear nuevas conductas con las que orquestaremos el cambio necesario.

Lo que más debemos tener presente en todo esto es que darnos por vencidos significa retroceder y no podemos ceder al deseo de tirar todo por la borda. Cuanto tiempo sea necesario, seguiremos esquivando o soportando los golpes del adversario, aunque éste nos derribe o nos ponga de rodillas; nos repondremos y seguiremos golpeando a nuestro rival con todo lo que tengamos.

Y cuando el enemigo nos dé la espalda, pensando que ya nos venció, le diremos: "No escuché la campana... ¡Vamos! Un asalto más".

Comentarios

Entradas populares de este blog

TIEMPO Y DETERMINACIÓN

TIEMPOS DIFICILES, PERO NECESARIOS

UN AÑO SIN LA MICHU