LIMPIAR Y RECONSTRUIR

Todo queda en desorden.

Las situaciones desastrosas llegan, sea que las esperemos o no.

Tras cualquier desastre natural -llámese terremoto, incendio, tsunami, inundación- lo que queda es volver a levantar todo cuanto sea posible; despejar las vías de acceso, remover los escombros, restablecer los servicios básicos, entre muchas otras tareas. Es posible que algunas cosas hayan quedado en un estado tal que no puedan rescatarse; entonces no hay más opción que deshacerse de ellas, porque no serán más que un estorbo, un lastre que impedirá el salir a la superficie y seguir navegando.

Esto ha ocurrido así desde que el mundo es mundo. Cuando los hermanos Macabeos y sus hombres lograron expulsar de Israel al invasor sirio (164 a.E.C. aproximadamente), entraron a Jerusalén y hallaron el templo severamente dañado y abandonado; lloraron por ello, pero luego pusieron manos a la obra, logrando reacondicionar gran parte del lugar. Muchos elementos del templo no estaban en condiciones de reusarse y hubo que desecharlos y aunque muchos judíos se lamentaban de que los espacios de la edificación no tenían el mismo aspecto de antes, continuaron asistiendo a los servicios religiosos y, paulatinamente, retomaron sus vidas cotidianas. Los tiempos de la gloria salomónica ya habían pasado y no regresarían; solamente tenían el tiempo del momento y optaron por vivirlo, creando así una nueva historia sobre bases firmes.

¡A arreglar las cosas!

Francisco y Clara recogieron todo lo desperdigado para reconstruir desde las bases.

Escribo estas líneas siendo las 2:10 pm del día míercoles 05 de octubre de 2022. Ayer fue el día de San Francisco de Asís, el santo de la pobreza; él también tuvo que empezar de nuevo, renacer de las cenizas para servirle mejor a Dios. Hoy estamos en plena celebración del Yom Kippur, el día del perdón en el calendario judío y que simboliza la limpieza espiritual y la renovación... y justamente hoy también conmemoro mi matrimonio con Yuvia hace 26 años. Una vez dije que no creo en casualidades, que todo obedece a un plan establecido por El Dios Único y Eterno desde el inicio de los tiempos. ¿Qué puede significar todo esto? Mi percepción es que Dios me está mostrando que debo seguir limpiando mi espíritu y mis pensamientos, corrigiendo lo que deba corregir, replantear mis proyectos y reestructurarlos, para seguir adelante en la reconstrucción de mi propia existencia. No me es posible retornar a los tiempos de dicha que viví con Yuvia, pero tengo el tiempo presente y opto por vivirlo. Tengo la oportunidad de crear una nueva historia sobre las firmes bases de mi fe en Dios, mis valores y mi experiencia.

El recuerdo del amor entre Yuvia y yo sigue presente y ese, después de Dios, es el mejor leitmotiv que puedo tener.


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