LAS HERIDAS SANAN, PERO...

Aunque recorremos un camino propio, 
deja marcas que compartimos con otros.

"Poco a poco la vida deja de darnos cosas para empezar a quitárnoslas". Esta frase la tomé de la película "Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal" (2008). El contexto de esta frase es la nostalgia que Indy (Harrison Ford) sintió al ver la foto de su padre Henry (Sean Connery), fallecido en 1955 y al recordar a su amigo Marcus (Denholm Elliot), fallecido un año después.

Lo expresado en estas palabras es una dura realidad. Cuando llegamos a cierta edad (yo estoy en mis 52), comenzamos a sentir cambios en nuestro organismo, nuestro pensamiento y nuestras aspiraciones: ya no deseamos ser "ricos y poderosos", sino vivir con cierta  estabilidad; desechamos las aventuras riesgosas y las reemplazamos con situaciones seguras, al tiempo que nos despreocupamos por lo que piensen de nosotros y hacemos lo que nos gusta o lo que más disfrutamos. Punto.

El camino se hace más difícil 
y debemos adaptarnos a las circunstancias.

Los cambios llegan, invariablemente.

Todo lo anterior viene de lo reflexivos que nos volvemos. Ya no estamos en los 20 y vemos que nuestro calendario se va acortando paulatinamente. No tenemos los mismos bríos que hace 30 años atrás, surgen los primeros "achaques" diarios de salud (en mi caso, un dolor en el nervio ciático), perdemos a nuestros padres o a nuestro cónyuge (en mi caso, fueron ambos), nuestro círculo social se hace más reducido y selecto, ya no calificamos para ciertos empleos, entre muchas otras cosas.Ciertamente dejamos de recibir y comenzamos a perderYa a estas alturas nos hemos sanado de las heridas recibidas en la juventud; sin embargo, aparecen otras heridas que igualmente sanarán, pero su proceso de cicatrización es más lento y requiere de mayores atenciones, a fin de que las heridas no se infecten... 

Y esto se aplica tanto para las físicas como para las emocionales. Las heridas emocionales producidas por la pérdida de un ser querido terminarán por sanar, sí, pero las cicatrices permanecerán y depende de nuestra capacidad regenerativa y de los cuidados que les demos, que aquellas sean más profundas o, por el contrario, apenas visibles.

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