LA VOCACION HACE LA DIFERENCIA

 

Ella, docente; yo, militar. Ambos, una vocación.

No conocí mi vocación de militar sino hasta que ingresé a las filas castrenses bajo la condición de asimilado (si posee un título académico civil, la Fuerza Armada concede al interesado un grado y un empleo militares tras un curso de formación básica). Anteriormente creía que mi vocación era la del sacerdocio o el diaconado católicos, por aquello de que me gusta todo lo relacionado con la fe cristiana católica; pero el tiempo me mostró que sirvo mejor a Dios enseñando temas espirituales a otros usando el conocimiento adquirido durante años en la Iglesia Católica y la iglesia evangélica, además de mis propias experiencias, todo desde mi posición como seglar. 

El caso de Yuvia fue similar al mío. Una vez me dijo que, de pequeña, soñaba con ejercer la profesión médica, fuese odontología o dermatología, -pues ambas disciplinas le llamaban enormemente la atención- y también ejercer la profesión militar; sí, le encantaba ese estilo de vida, pero consideró que sus padres no comprenderían esa visión y no les hizo mención alguna al respecto (tal vez esto último cause sorpresa en el hipotético lector de estas líneas, pero es totalmente cierto). Quizás por eso se decantó por buscar un área en la cual pudiese ejercer una influencia positiva significativa en la vida de muchos, impartiendo conocimientos básicos, inculcando buenos hábitos y haciendo de la disciplina un medio para mantener el orden de la existencia: la profesión docente.

Yuvia siempre ejerció su profesión con gran alegría, orgullo y entrega.

Si algo tuvo Yuvia de sobra fue espíritu de servicio. Muy contadas ocasiones expresó inconformidad en cuanto a las condiciones adversas bajo las cuales le tocó ejercer muchas veces su apostolado como docente. Daba lo mejor de sí misma a la hora de enseñar a los niños e incluso a los mismos padres; usaba recursos sumamente originales para lograr en los niños la comprensión plena de las lecciones académicas, impartiéndolas conforme a los programas educativos oficiales. Buscaba formarse constantemente en nuevas técnicas educativas y se sentía como pez en el agua cuando la zona Educativa le encomendaba la ejecución de Talleres para Padres y Talleres para Docentes tanto a nivel parroquial como municipal e incluso estadal. Tal fue su entrega a su profesión que me inspiró a seguir un camino similar al suyo luego de mi retiro como militar.

Con esto se comprueba que, efectivamente, la vocación hace la diferencia entre trabajar eficientemente o trabajar indolentemente. Yuvia demostró que tener disciplina, sentido de pertenencia, amor a una causa, constancia y visión de futuro son determinantes en todas las circunstancias de la vida y aún más en el ejercicio de la noble tarea de educar.

Honor a quien honor merece.

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