SÍ HAY OTRA VIDA (3)
Evidencias muy cercanas.
Cuando mi padre enferma de Covid-19, teníamos la esperanza de que saliera de la enfermedad, pues no se escatimó en medicinas y tratamientos. Pero no ocurrió lo que deseábamos. En la tarde del 1ro de diciembre sus funciones vitales descendieron increíblemente y cayó en una especie de inconsciencia. Mi madre, mi hermano y yo, junto a nuestras esposas y dos de los hijos de mi hermano, rodeamos su cama; faltaba su nieto mayor. Apenas llegó, la respiración de mi padre se hizo casa vez más lenta e imperceptible, hasta que cesó por completo. La expresión de su cara era de una completa serenidad.
Unos días después, cerca de las 6:00 a.m., estando en la cama, escuché claramente su voz, susurrando mi nombre. De inmediato me levanté y pregunté: "¿Papá?". Yuvia me escuchó y me preguntó qué había pasado. Le conté lo ocurrido. Cinco meses después, mientras trabajaba con mi laptop, comencé a percibir un fuerte aroma a colonia masculina que me resultó muy familiar: era de una que usaba papá hace muchísimos años. Reaccioné y comencé a hablar, diciéndole a la "presencia" que no se preocupara, que todo estaba bien, que ayudaríamos a mamá en todo lo que pudiéramos y que ella saldría de su postración emocional. Inmediatamente, el aroma se desvaneció; entonces le hice una llamada telefónica a mi madre para contarle lo sucedido. mi sorpresa fue grande cuando me dijo: "Hijo, justo ahora estaba muy triste pensando en tu papá".
Sin embargo, las evidencias más sorprendentes que he recibido respecto a la existencia de vida después de la muerte física las he recibido por parte de mi eternamente amada Michulina. En los primeros artículos de este blog he relatado algunas de mis experiencias con sus mensajes procedentes del más allá. Lo más increíble de esto es que yo no he sido el único con quien el espíritu de Yuvia se ha comunicado.
Mi comadre Dorita, esposa de uno de los sobrinos de Yuvia, ha recibido sus visitas en sueños y en cada una de esas visitas le ha mostrado cosas y situaciones que se han hecho realidad después. En una de esas "visitas oníricas", Yuvia le entregó unas cuantas semillas de flores de jamaica, diciéndole que eran su obsequio para ella. Aproximadamente cuatro días después, su hija Adrianita participó en una jornada de siembra y los organizadores le obsequiaron dos sobres contentivos de semillas para que las sembrara en macetas en su casa. Cuando Dorita recibe los sobres, uno de ellos tenía marcado "Flor de Jamaica".
Días después, Dorita tuvo un sueño en el cual Yuvia le decía: "Dile al Pichu que la Michu lo ama y lo seguirá amando", al tiempo que le indicaba que había un obsequio para mí dentro de un objeto de madera, con algo en color rojo y plata. Me inquietó bastante esto, pues los únicos cofres que tengo en casa no tienen más que unos mazos de naipes. Sin embargo, mientras hace pocos días estaba reuniendo el material didáctico que Yuvia dejó para entregárselo a Dorita, abrí uno de los compartimientos del seibó (alacena) de madera que está en nuestro comedor y allí, dentro de una cajita metálica en colores rojo y plata, encontré una fotografía muy emotiva y significativa de nuestro matrimonio, junto con otra foto nuestra, impresa a imitación de dibujo artístico, que nos habíamos tomado en una de nuestras visitas a Valencia, estado Carabobo, en 2002.
(Continúa en la próxima entrada)


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