El tema de la vida más allá de la muerte, junto con la existencia del cielo y del infierno, siempre dará de qué hablar. Las perspectivas y diferentes interpretaciones, basadas en la religión o la filosofía, están servidas en libros, artículos de revistas, programas de TV y películas. Incluso en las conversaciones triviales (en especial durante los funerales) surgirá el tema, inevitablemente, con los consabidos choques de opiniones.
Una de las tantas interpretaciones de este tema llegó a mí por medio de mi cuñada Sobeida:
-Arnoldo, mira, vamos a ver una serie que me dijeron es buenísima.
-¿Qué serie?
-Una que se llama "Mañana".
No soy usuario habitual de Netflix, pero por alguna razón atendí a su invitación. Lo que vi me resultó sumamente interesante.
Afiche promocional de la serie "Mañana".
Se trata de una serie de TV hecha en Corea del Sur y que narra la historia de Joon Woong, un joven que al tratar de impedir el suicidio de un hombre, cae a un río desde lo alto de un puente y queda en coma. Un equipo sobrenatural de ángeles (llamados "emisarios") cuyo trabajo es evitar que las personas se suiciden, es testigo de la acción del joven, por lo cual su capitán, a quien llaman "señora Gorrion", le ofrece a Joon trabajar con ellos mientras permanezca comatoso. La serie no pasaría de ser una de las tantas que versan sobre el más allá, si no fuera por el tratamiento profundo y humano que le dan al tema, con énfasis en las emociones y conflictos que causa la muerte, en especial el suicidio, tanto en los humanos como en los ángeles.
No ahondaré en la descripción de los distintos casos que se presentan en la serie; sólo diré que abarcan temas como el bullying, el acoso sexual, la fama, la soledad, la división familiar y otros problemas serios que conducen a la depresión y al suicidio, evento último que el Equipo de Control de Riesgos (así se llama al grupo de ángeles interventores) se esfuerza por impedir, ya que el quitarse la vida conduce a la prisión en el infierno, al rompimiento de los lazos afectivos y espirituales con los seres queridos (lazos simbolizados por un hilo rojo que une las manos de las almas) y a la pérdida del derecho a reencarnar.
La señora Gorrion y Joon Woong durante una de sus misiones.
¿Por qué decidí escribir sobre la serie? Todo se debió a las distintas "señales" que vi en algunos de sus capítulos. La primera fue la preocupación que los espíritus desencarnados sienten por sus seres queridos que aún permanecen en este plano; transpolándola a mi experiencia personal con la muerte, corroboré que dicha preocupación es real, pues en los primeros contactos que algunas personas tuvieron con Yuvia a través de los sueños, ella les manifestaba su inquietud por la profunda tristeza que sentían sus hermanas, lo cual le impedía continuar su camino como espíritu. La segunda fue la mención del llamado "hilo rojo del destino" (del cual hablaré en la próxima entrada del blog), el cual une a las personas que se profesan un gran amor y es símbolo de su unión eterna; no sé si lo dije en alguna de las entradas anteriores, pero tanto Yuvia como yo siempre portamos en la muñeca izquierda una pulsera de color rojo, hecha de cordón o hilo tejido... Y el detalle de todo esto es que yo aún la porto y ella se la llevó puesta hasta la tumba (de hecho, fue el único accesorio que le dejaron puesto tras su fallecimiento). La tercera fue la asignación de tareas o misiones en el mundo espiritual; de esto tengo el propio testimonio de mi gordita bella, cuando me contó que vio a su padre en sueños, en los cuales le contaba que en ocasiones bajaba para verla a ella y a sus hermanos y que, cuando "se portaba mal", le ordenaban sentarse en un sitio particular para que reflexionara sobre lo que había hecho.
Como dije en algún artículo anterior, yo no creo en casualidades.
Para cerrar el artículo, recomiendo ampliamente que vean esta serie; les pondrá a reflexionar mucho y también les hará derramar algunas lágrimas. Conmigo hizo ambas cosas.
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